Tú y yo compartimos este dolor

El Templo Interior

Tengo 28 años, y llevo cuatro años sufriendo. En ocasiones más, otras veces menos, pero sufriendo, al fin y al cabo.

¿Por qué?

La insatisfacción que sentía con el camino en el que me encontraba. Sin embargo siempre me ha traído consuelo saber que no me iba a conformar, y que iba a encontrar un camino que resonase conmigo.

Mi camino.

Y hoy quiero compartir contigo dos reflexiones que creo que te ayudarán en tu búsqueda. Porque si estás leyendo esto, imagino que tú y yo tenemos inquietudes similares y una vida que queremos construir.

La pecera del EGO

¿Por qué sufres? Porque desear algo que no tienes conlleva sufrimiento. Y eso no es malo, siempre y cuando elijas con cuidado aquello que deseas.

El deseo es un contrato que haces contigo mismo para ser infeliz hasta que consigas lo que quieres.

Naval Ravikant

Pero voy más allá. Cuando tu deseo es coherente con tus anhelos más profundos, una gran parte de ese sufrimiento vendrá de la transformación que vas a tener que atravesar para lograr tu objetivo.

Todos somos personas coherentes con nuestra vida actual. Eres la persona que eres porque has vivido la sucesión de experiencias que te han llevado hasta aquí. Y si deseas una vida distinta a la que tienes, lo más probable es que aún no seas esa persona en coherencia con tu vida deseada.

Recorrer ese camino que separa quien eres de la persona que quieres ser también causa sufrimiento. Te vas a sentir perdido, porque has pasado toda tu vida construyendo tu identidad actual, tu ego, y ahora quieres demolerlo.

Es como si fueras un pececillo encerrado en una pecera en mitad del océano, la pecera del EGO. Has ido tomando consciencia de tus limitaciones, has oído la llamada a la aventura y quieres romper el cristal de la pecera para explorar territorio desconocido para ti. Incertidumbre y sufrimiento.

¿Y cómo sufrir menos en el camino a tus metas y tu propósito?

No tengo una respuesta válida para las 24 horas del día, dado que somos criaturas emocionales, y en algunas ocasiones las emociones toman el control, pero te voy a dejar tres consejos aquí:

  • No eres tus pensamientos, sino la consciencia que los observa. Y recordar esto puede serte útil cuando haya ruído mental en forma de inseguridades, voces negativas y desánimo. No puedes apagar ese ruído, pero sí entender que algunos días estará presente, pero no es motivo para no seguir insistiendo.

  • El papel de nuestras metas vitales es dar dirección a nuestro crecimiento. Elegir una meta, supone aceptar una serie de problemas a resolver y responsabilidades de las que hacernos cargo. Y son precisamente estos problemas y responsabilidades, los que nos van a traer crecimiento y nos harán evolucionar. No le des más importancia a la meta final que al proceso.

  • Mentalidad de largo plazo. Es fácil confundir la insatisfacción con tu camino actual con el hecho de que no puedas disfrutar de tu vida ahora. Plantea tus metas en el largo plazo y piensa en construir hábitos con este fin. (Aquí es donde la productividad juega un papel clave en personas como tú y como yo.)

Es maravilloso tener una dirección vital, querer crecer. Pero tienes que tener una cosa en cuenta: hay un peaje que pagas desde que te planteas una meta y que la alcanzas o abandonas. Y ese peaje es el tiempo. Lo más importante de tu objetivo es el proceso que te va a hacer atravesar, no la meta en sí misma. La vida es aquí y ahora.

La vida es aquello que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.

John Lennon

Feliz semana,

Jon

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